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lunes, 3 de octubre de 2011

LA CARTERA PERDIDA DE HEINRICH HIMMLER

El 23 de octubre de 1940 el monasterio de Montserrat, en Barcelona, recibía la inquietante visita del fundador de las SS, Heinrich Himmler.
En su visita a Montserrat Himmler estuvo acompañado por diferentes autoridades franquistas, como el alcalde de Barcelona, Miguel Mateu, o el capitán general de Cataluña, el general Orgaz, además de un numeroso séquito, del que formaba parte el general de las SS Karl Wolf . La visita no estuvo exenta de incidentes. A su llegada al monasterio, el poderoso reichführer se encontró con la negativa a recibirle de los máximos responsables de la comunidad, los padres Marcet y Escarré, que no quisieron ejercer de anfitriones del jerarca nazi alegando que no hablaban alemán.

La actitud de los benedictinos, que encomendaron la tarea a un joven monje,el padre Ripoll, escudándose en que este monje sí sabía alemán, produjo un momento de fuerte tensión y la irritación de las autoridades locales.
No acabaron aquí los incidentes, ya que al todopoderoso jefe de las SS le fue robada una cartera de la suite del hotel Ritz, donde se alojó durante su estancia en Barcelona. El escándalo fue monumental, aunque la policía franquista procuró que no se difundiese la noticia de un robo que la dejaba en muy mal lugar, dadas las connotaciones que concurrían.
Sin embargo, pese a que las autoridades pusieron un particular empeño ya que se movilizó a toda la policía de Barcelona, la cartera nunca se encontró. 

Corrió el rumor de que contenía importantes documentos relacionados con el Grial e incluso se afirmó que en ella se guardaban unos antiguos planos de Montserrat en los que podrían estar señalados los puntos clave para hacerse con el Grial.

Se barajaron varias posibilidades respecto al robo, entre ellas la de que éste hubiera sido perpetrado por el servicio secreto británico, que por aquellas fechas tenía algunos destacados agentes en Barcelona. Ésta era una versión que convenía a la desconcertada policía franquista, ya que señalaba a uno de los mejores servicios secretos del mundo, lo que hacía menos penoso el oprobio que había caído sobre ellos a los ojos de sus alarmados jefes.
Lo cierto es que la cartera del reichführer nunca apareció y, en consecuencia, tampoco se supo cual era su contenido.

De todo este periplo hay una cosa que no encaja, según datos oficiales en el año 1424, el rey Alfonso el Magnánimo trasladó el Cáliz a Valencia, y lo depositó en la capilla del Palacio Real, como agradecimiento por la ayuda del reino de Valencia en las luchas mediterráneas del monarca.
En 1437 la sagrada reliquia fue entregada al Cabildo Catedralicio en nombre de su majestad, como prenda por un préstamo para sus guerras italianas, y en la Catedral ha permanecido durante siglos, hasta hoy, con excepción de algunos momentos dramáticos como las guerras napoleónicas o civiles, así como durante dos visitas de regreso a San Juan de la Peña en los años 1959 y 1994.
Si el Cáliz no se ha movido de ahí exceptuando esa dos veces, ¿Qué Grial buscaba Himmler? ¿Sabía el Reichsführer que el Grial de Valencia no era autentico? ¿Qué buscaba el jefe de las SS exactamente en Montserrat?

Un suceso que ha permitido alimentar todo tipo de especulaciones...


Fortuna y gloria...

jueves, 9 de junio de 2011

EL SÉPTIMO CAMIÓN

Durante la Guerra Civil el gobierno de la República tenía una gran preocupación sobre qué hacer con las diferentes obras de arte que tenían en sus museos. Los continuos bombardeos sobre Madrid no discriminaban a la hora de lanzar los proyectiles, cayeron varias bombas sobre el museo del Prado (a pesar de los diferentes convenios internacionales que lo protegían y al hecho de estar debidamente señalizado). Es por eso que en un primer momento dichas obras de arte fueron guardadas en diversos sótanos acorazados de la ciudad.
Cuando el Gobierno decide trasladarse a Valencia adopta la polémica decisión de llevar tras de sí todos los cuadros y las diferentes incautaciones que se habían hecho a través de la Caja de Reparaciones (cuberterías de plata, sagrarios, obras pictóricas de coleccionistas, joyas y alhajas,....) con un valor aproximado de la época de 500 millones de dólares. 

En un primer momento se guardan en Cartagena pero Negrín viendo ya la posibilidad cada vez más real de perder la Guerra adopta una decisión polémica, trasladarlos de forma definitiva a un lugar cercano a la frontera francesa. El lugar elegido es Mina Canta, en La Vajol, una mina de talco del pirineo catalán muy cercana a Francia. Expropiada a la familia Giralt, dejaron sin trabajo a los obreros de la misma y se rodearon de mineros de confianza de Cartagena, así como de carabineros del presidente, con la intención de construir un bunker en el lugar. 
                                  




 
EDIFICIO DE LA MINA CANTA O DE NEGRIN
Negrín ordena empezar las obras, se construye un edificio justo ante la entrada con muros de gran grosor y con el suficiente camuflaje como para evitar la aviación italiana y alemana, dentro de la mina se crea una cámara acorazada y blindada. 
ENTRADA DEL TUNEL DE LA MINA QUE LLEVA A LA CAMARA ACORAZADA
INTERIOR DEL TUNEL DE ACCESO A LA CAMARA ACORAZADA
Durante los meses siguientes la gente de la comarca ve con estupor como empiezan a llegar camiones a sus montes y todos parecen dirigirse a la Mina. Negrín dota a la zona de una gran protección, envía a sus hombres más cualificados, parte de los llamados 100.000 hombres de Negrín (cuerpo especial de Carabineros) que impiden el paso en 2 kilómetros a la redonda de la mina. 




A finales de 1938 principios del 39 la Guerra está perdida, una de las preocupaciones del Gobierno es salvaguardar su patrimonio histórico, después de muchas batallas diplomáticas con los diferentes gobiernos europeos (provocadas por el pacto de no intervención) se llega al acuerdo de trasladar dichas obras a Francia para que después sean llevadas a Ginebra. A principios de Febrero se inicia la operación, una noche entre el 12 y el 14 de ese mes 7 camiones salen de La Vajol con rumbo a Les Illes y Petrus (dos pueblos franceses fronterizos) pero sólo 6 llegan y se abre la especulación sobre el destino del séptimo. 


Gente de la zona asegura que ese camión fue encontrado posteriormente y que muchos vecinos empezaron a florecer económicamente de forma inexplicable, otros aseguran que ese camión nunca existió pero que al ser un paso fronterizo en esa zona se podían encontrar diversos tesoros guardados (los gendarmes franceses de la frontera no dejaban pasar nada a los exiliados republicanos). La versión oficial es que el teniente Blasi al ver que no podían pasar con el camión, por los incesantes bombardeos y la aglomeración de exiliados en los pasos habituales, decidió que todo lo que portaban fuera cargado en mulos y así llegar a la frontera. 
 
Nada es seguro y todo es posible. De lo que podemos estar seguros es que durante un tiempo La Mina Canta fue uno de los depósitos artístico más importantes del mundo y, en esa época de descontrol cualquier hipótesis es válida. ¿Qué pasó realmente con el camión? ¿Existió de verdad? ¿Fueron sus tesoros escondidos por los carabineros para cuando consiguieran volver a España? ¿Quedan restos de esas joyas en la zona? Son preguntas sin respuesta pero si nos acercamos a los montes que rodean La Vajol aún encontraremos a personas con detectores de metales buscando el Tesoro Perdido de la República. Actualmente la mina no está abierta al público.


Fortuna y gloria...