En el transcurso de la invasión de Afganistán por parte de Estados Unidos,justo después del atentado de la Torres Gemelas, se bombardeó intensamente sucapital, Kabul, incluidos los alrededores del Banco Central. Pero a pesar de estar perdiendo el control del país, los talibanes no se resignaban a dejar allí el tesoro más valioso de Afganistán: un montón de oro procedente de la época de Alejandro Magno y las colonias griegas de Asia, que se custodiaba en una cámara acorazada del Banco Central. Aquel 12 de noviembre de 2001, un grupo de mulás talibanes intentaron llevarse el tesoro. En la mejor tradición de las historias de espionaje, uno de los empleados les aseguró que se había hecho siete llaves de esa cámara y se habían entregado a siete personas que vivían en diferentes lugares del mundo.
Para poder abrir la caja de seguridad, antes había que reunirlas a todas. Los bombardeos enemigos aumentaban, pero ellos no estaban dispuestos a irse sin el que consideraban su oro. Estaban firmemente dispuestos a volar la puerta del Banco Central de Kabul, aunque con esa acción destruyeran uno de los tesoros arqueológicos más antiguos y valiosos del mundo.
En un primer momento, los talibanes se apropiaron de trece millones de dólares y dieciocho mil millones en moneda nacional. Sin embargo, buscaban el oro desesperadamente. Después arrastraron a dos empleados hasta la puerta de la cámara. Uno de ellos estuvo a punto de morir apaleado por no poder abrir la puerta. Los talibanes no se resignaban a no encontrar la fórmula de conseguir tan deseado tesoro. Probaron con todas las llaves que tenían los empleados,pero fue en vano; palancas, martillos y sopletes tampoco dieron mejores resultados. A las seis horas de intentarlo optaron por volar la cámara con dinamita. Cuando ya habían dado la orden de apretar el detonador, uno de los empleados les gritó que se detuvieran. La cámara había sido diseñada de forma que si alguien intentaba volarla, todo el edificio del Banco Central se derrumbaría encima, no sólo matando a quienes estuvieran allí, sino destruyendo todo su contenido. Acorralados fuera del banco por las tropas norteamericanas,los talibanes tuvieron que huir con su dinero en metálico, sin saber lo cerca que habían estado del oro bactriano.
El 12 de noviembre de 2001 se derrocó el régimen talibán y se instauró un gobierno interino para estabilizar el país, encabezado por el presidente Hamid Karzai. El nuevo gobierno hizo un recuento de activos del país en su intento de reconstruir la nación. Unos meses más tarde, el 28 de agosto de 2002, el nuevo presidente Karzai y siete dignatarios en posesión de las siete llaves bajaron hasta la cámara más protegida de Afganistán. Un cerrajero extrajo el trozo de llave que el responsable de la cámara, Mustafa, había dejado en una de las cerraduras durante la primera incursión de los talibanes en el banco. La puerta de la cámara se abrió con sus siete llaves. Después de treinta años de guerra ininterrumpida, nadie creía que aún pudiera existir algo allí algo de valor.
Su sorpresa fue mayúscula cuando encontraron los noventa millones de dólares en lingotes de oro.
En un primer momento, los talibanes se apropiaron de trece millones de dólares y dieciocho mil millones en moneda nacional. Sin embargo, buscaban el oro desesperadamente. Después arrastraron a dos empleados hasta la puerta de la cámara. Uno de ellos estuvo a punto de morir apaleado por no poder abrir la puerta. Los talibanes no se resignaban a no encontrar la fórmula de conseguir tan deseado tesoro. Probaron con todas las llaves que tenían los empleados,pero fue en vano; palancas, martillos y sopletes tampoco dieron mejores resultados. A las seis horas de intentarlo optaron por volar la cámara con dinamita. Cuando ya habían dado la orden de apretar el detonador, uno de los empleados les gritó que se detuvieran. La cámara había sido diseñada de forma que si alguien intentaba volarla, todo el edificio del Banco Central se derrumbaría encima, no sólo matando a quienes estuvieran allí, sino destruyendo todo su contenido. Acorralados fuera del banco por las tropas norteamericanas,los talibanes tuvieron que huir con su dinero en metálico, sin saber lo cerca que habían estado del oro bactriano.
El 12 de noviembre de 2001 se derrocó el régimen talibán y se instauró un gobierno interino para estabilizar el país, encabezado por el presidente Hamid Karzai. El nuevo gobierno hizo un recuento de activos del país en su intento de reconstruir la nación. Unos meses más tarde, el 28 de agosto de 2002, el nuevo presidente Karzai y siete dignatarios en posesión de las siete llaves bajaron hasta la cámara más protegida de Afganistán. Un cerrajero extrajo el trozo de llave que el responsable de la cámara, Mustafa, había dejado en una de las cerraduras durante la primera incursión de los talibanes en el banco. La puerta de la cámara se abrió con sus siete llaves. Después de treinta años de guerra ininterrumpida, nadie creía que aún pudiera existir algo allí algo de valor.
Su sorpresa fue mayúscula cuando encontraron los noventa millones de dólares en lingotes de oro.
Sin embargo, no había ni rastro del tesoro de Tilya Tepe. Una inspección posterior reveló la existencia de otra cámara oculta, más pequeña. Allí es donde el presidente Nayibulá – acusado en su día de haberlo vendido a los rusos-, había escondido el tesoro en 1989. Milagrosamente, el rico legado de los griegos y los nómadas kushan había sobrevivido a la guerra ya la inestabilidad política más extremas, y con él también pervive la fascinante historia de estas tierras que hoy conocemos con el nombre de Afganistán.
Fortuna y gloria...